SALMO XXXIV
Versículos 1—10.
David alaba a Dios y anima a confiar en Él. 11—22.
Exhorta a temer al Señor.
Vv. 1—10. Si esperamos pasar la eternidad alabando a Dios, es propio que
debamos pasar gran parte de nuestro tiempo aquí en esta tarea. Él nunca
dijo a nadie:
Búscame en vano. Las oraciones de David ayudaron a acallar
sus temores; muchos, fuera de él, han mirado al Señor por fe y oración y los
ha revivido y consolado maravillosamente. Cuando miramos al mundo nos
confundimos y perdemos, pero de mirar a Cristo depende toda nuestra
salvación y también todas las cosas necesarias para ella. —Este pobre, al
cual nadie miraba con respeto ni cuidaba con preocupación, fue no obstante
bienvenido al trono de la gracia; le oyó Jehová y lo libró de todas sus
angustias. Los santos ángeles ministran a los santos y los defienden contra
las potestades de las tinieblas. Toda la gloria sea al Señor de los ángeles.
Por el gusto y la vista hacemos descubrimientos y tenemos gozo; gustad y
ved que es bueno Jehová; toma nota y consuélate en esto. Él hace
verdaderamente dichosos a todos los que confían en Él. En cuanto a las
cosas del otro mundo, ellos recibirán la gracia suficiente para el apoyo de su
vida espiritual. Y en cuanto a esta vida, ellos tendrán lo necesario de la mano
de Dios. Pablo lo tuvo todo, y abundó, porque estaba contento, Filipenses iv,
11–18. Quienes confían en sí mismos pensando que sus propios esfuerzos
les son suficientes, tendrán necesidad, pero los que confían en el Señor
serán alimentados. No les faltará a los que obran tranquilamente y cumplen
sus obligaciones.
Vv. 11—22.
Que la gente joven empiece la vida aprendiendo el temor del
Señor, si aquí desean consuelo verdadero, y felicidad eterna en el más allá.
Serán muy felices los que se inician temprano en el servicio de tan buen
Amo. —Todos desean ser felices. Con seguridad esto debe mirar más allá
del mundo presente; porque la vida del hombre en la tierra es de unos pocos
días, y llenos de tribulaciones. ¿Qué hombre es el que verá lo bueno de allá
donde toda bienaventuranza es perfecta? ¡Ay! Pocos son los que tienen este
bien en sus pensamientos. —La religión que promete lo mejor es la que hace
velar sobre el corazón y la lengua. No basta con no herir, debemos estudiar
como ser útiles y vivir para algún propósito; tenemos que buscar la paz y
seguirla; estar dispuestos a negarnos a nosotros mismos en gran medida en
aras de la paz. —Costumbre constante de los verdaderos creyentes es
clamar a Dios cuando están en dificultades, y su consuelo constante es que
Él los oye. Los justos son humillados por el pecado y son poca cosa ante sus
propios ojos. Nada es más necesario para la verdadera santidad que el
corazón contrito, quebrantado de toda confianza en sí mismo. En ese suelo
florecerá toda gracia y nada puede animar más a alguien así, que la gracia
rica y libre del evangelio de Jesucristo. —Los justos son puestos bajo la
protección especial del Señor, aunque tienen su cuota de cruces en este
mundo y hay quienes los odian. De la misericordia del Cielo y de la maldad
del infierno, las aflicciones del justo deben ser muchas. Pero cualesquiera
sean las tribulaciones que les sobrevengan, no herirán su alma, porque Dios
los resguarda para que no pequen cuando están afligidos. Ningún hombre
está desolado sino aquel al cual Dios ha abandonado.