miércoles, 18 de julio de 2012

COMENTARIO DEL SALMO 16


SALMO XVI
Este salmo empieza expresando devociones que se pueden aplicar a Cristo;
pero termina con tal confianza de una resurrección, que debe aplicarse a
Cristo y sólo a Él.
David huye a refugiarse en Dios con confianza y regocijo. Los que reconocen
que Jehová es su Señor, deben acordarse a menudo de lo que han hecho,
recibir su consuelo y vivir conforme a ello. Él se consagra al honor de Dios en
el servicio de los santos. Nosotros debemos ser santos en la tierra o nunca
seremos santos en el cielo. Los que han sido renovados por la gracia de Dios
y consagrados a la gloria de Dios, son santos en la tierra. Los santos en la
tierra son excelentes, pero algunos son tan pobres que necesitan que se les
extienda la bondad de David. —Este declara su resolución de no tener
comunión con las obras de las tinieblas; él repite la elección solemne que ha
hecho de Dios como su porción y felicidad; acepta el consuelo de la elección
y da la gloria por ello a Dios. Este es el lenguaje del alma devota y piadosa.
La mayoría toma al mundo como su sumo bien y ponen su felicidad en
gozarlo; pero por pobre que sea mi situación en este mundo, déjenme tener
el amor y el favor de Dios y ser aceptado por Él; por la promesa déjenme
tener el derecho a la vida y la felicidad del estado futuro, y con eso me basta.
El cielo es una heredad; debemos tomarlo por nuestro hogar, nuestro reposo,
nuestro bien eterno, y mirar este mundo como que ya no es nuestro, como
que no es más que un territorio por el cual pasa nuestro camino a la casa de
nuestro Padre. Los que tienen a Dios como su porción, tienen una herencia
santa. Regresa a tu reposo, oh, alma mía, y no busques más. Las personas
que están bajo la gracia nunca codician más que a Dios, aunque siempre
quieren más de Dios; pero, estando satisfechos de su amor y bondad, están
abundantemente satisfechos con ella: ellos no envidian nada de los placeres
y alegrías carnales. Pero tan ignorantes y necios somos, que si somos
dejados a nuestra discresión, abandonaremos las misericordias recibidas a
cambio de vanidades mentirosas. —David, habiendo recibido consejo de
Dios por su palabra y su Espíritu, sus propios pensamientos le enseñaron en
sesión nocturna y lo comprometieron por fe a vivir para Dios.
Los versículos 8—11 son citados por San Pedro en su primer sermón,
después del derramamiento del Espíritu el día de Pentecostés, Hechos ii,
25–31; declara que David habla de Cristo y, particularmente, de su
resurrección. Como Cristo es la Cabeza del cuerpo, la iglesia, se pueden
aplicar estos versículos a todos los cristianos, guiados y animados por el
Espíritu de Cristo; de aquí podemos aprender que es sabiduría y deber
nuestro poner siempre ante nosotros al Señor. Si nuestros ojos están
siempre dirigidos a Dios, que nuestros corazones y lenguas se regocijen
siempre en Él. La muerte destruye la esperanza del hombre pero no la
esperanza del cristiano verdadero. La resurrección de Cristo es una primicia de la resurrección del creyente. Nuestra porción en este mundo es el dolor,
pero en el cielo hay gozo, plenitud de gozo; nuestros placeres de aquí son
por un momento, pero a la diestra de Dios son placeres para siempre. —A
través de este tu Hijo amado y nuestro amado Salvador, tú nos mostrarás, oh
Señor, el sendero de la vida; tú justificarás ahora nuestras almas, y
levantarás nuestros cuerpos por tu poder en el último día, cuando el dolor
terrenal termine en gozo celestial y la tristeza en felicidad eterna.

EL LIBRO DE LOS SALMOS, SALMO 16


Los Salmos
Capítulo 16
16:1 Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.
16:2 Oh alma mía, dijiste a Jehová:
Tú eres mi Señor;
No hay para mí bien fuera de ti.
16:3 Para los santos que están en la tierra,
Y para los íntegros, es toda mi complacencia.
16:4 Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios.
No ofreceré yo sus libaciones de sangre,
Ni en mis labios tomaré sus nombres.
16:5 Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa;
Tú sustentas mi suerte.
16:6 Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos,
Y es hermosa la heredad que me ha tocado.
16:7 Bendeciré a Jehová que me aconseja;
Aun en las noches me enseña mi conciencia.
16:8 A Jehová he puesto siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
16:9 Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma;
Mi carne también reposará confiadamente;
16:10 Porque no dejarás mi alma en el Seol,
Ni permitirás que tu santo vea corrupción.
16:11 Me mostrarás la senda de la vida;
En tu presencia hay plenitud de gozo;
Delicias a tu diestra para siempre.