SALMO XXVI
En este salmo David apela a Dios tocante a su integridad.
Aquí David, por el Espíritu de profecía, habla de sí mismo como tipo de
Cristo, de quien lo que cuenta de su completa inocencia es eminente verdad,
y solo de Cristo, y solo a Él se le puede aplicar. Estamos completos en Él. —
El que anda en su integridad, confiando completamente en la gracia de Dios,
está en estado de aceptación, según el pacto del cual Jesús fue Mediador en
virtud de su obediencia inmaculada hasta la muerte. Este hombre desea que
lo más íntimo de su alma sea escudriñado y probado por el Señor. Está
conciente de lo engañoso de su propio corazón; desea detectar y mortificar
cada pecado; y anhela satisfacerse con ser verdadero creyente y practicar
los santos mandamientos de Dios. El gran cuidado para evitar las malas
compañías es buena prueba de nuestra integridad y un buen medio para
mantenernos en ella. Se puede hallar que los hipócritas y los destructores
asisten a las ordenanzas de Dios, pero es buena señal de sinceridad si
nosotros asistimos a ellas, como aquí nos dice el salmista que él hizo,
ejercitando el arrepentimiento y la obediencia consciente. El siente que su
suelo está firme debajo de él; y mientras se deleita en la bendición del Señor
con sus congregaciones de la tierra, confía que dentro de poco será unido a
la gran asamblea del cielo para cantar alabanzas a Dios y al Cordero por
siempre jamás.