SALMO XXXIII
Versículos 1—11.
Dios debe ser alabado. 12—22. Su pueblo es animado por
su poder.
Vv. 1—11.
El gozo santo es el corazón y el alma de la alabanza, cosa que
aquí se pide al justo. La alabanza de agradecimiento es el aliento y el
lenguaje del gozo santo. Los cánticos religiosos son la expresión adecuada
de la alabanza por gratitud. Todo don debemos usarlo con toda nuestra
destreza y fervor al servicio de Dios. —Todas sus promesas son sabias y
buenas. Recta es su palabra y, por tanto, sólo estamos bien cuando estamos
de acuerdo con ella. Toda su obra es hecha con fidelidad. Él es el justo
Jehová, por tanto, ama la justicia. ¡Que lástima es que esta tierra, que está
tan llena de pruebas y de muestras de la bondad de Dios, esté tan vacía de
alabanzas a Él; y que haya tan pocos que vivan para su gloria en las
multitudes que viven de su generosidad! Lo que el Señor hace, lo hace a
propósito; permanece firme. Pasa por alto todos los consejos de los
hombres, y hace que sirvan a sus consejos; nada puede impedir que el
consejo eterno de Dios llegue a cumplirse, cosa que para nosotros es de lo
más sorprendente.
Vv. 12—22.
Todos los movimientos y operaciones del alma de los
hombres, que ningún mortal conoce sino ellos mismos, Dios los conoce
mejor que ellos. En su mano están sus corazones todos y sus tiempos; Él
formó el espíritu de cada hombre en su interior. Todos los poderes de la
criatura dependen de Él, y para nada cuentan ni para nada sirven sin Él. Si
hacemos que el favor de Dios sea seguro para nosotros, entonces no
tenemos que temer lo que esté en contra nuestra. Tenemos que darle a Él la
gloria de su gracia especial. Todos los intentos humanos para la salvación de
nuestra alma son vanos, pero el ojo vigilante del Señor está sobre aquellos
cuyo temor consciente de su nombre procede de la esperanza que cree en
su misericordia. Ellos serán socorridos en sus dificultades; no recibirán daño
real en sus peligros. —Quienes temen a Dios y su ira, deben esperar en Dios
y su misericordia, porque no hay modo de huir
de Él sino huir hacia Él. Que
tu misericordia, oh Señor, esté sobre nosotros; que siempre tengamos
consuelo y provecho, no por nuestro mérito, sino conforme a la promesa que
tú nos diste en tu palabra y conforme a la fe que nos diste por tu Espíritu y tu
gracia.
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